Bajo nuestro punto de vista, lamentablemente,
la organización burocrática de los centros
de Educación Infantil y Primaria ha fraguado
la imagen de una jornada escolar uniforme
en la que horario del profesorado, del centro,
del alumnado y de la formación educativa coinciden.
Un sistema de organización de tiempos
cada vez más cuestionado bien por necesidad:
según (Husti 1992), para la enseñanza de nuestra
época se hace preciso utilizar tiempos multiformes
integrados en estructuras flexibles y
móviles, lo cual puede suponer un punto neurálgico
en la modernización de la enseñanza.
Bien por convicción: para muchas personas
afectadas (docentes, padres, madres, alumnado),
se trata de una jornada insatisfactoria
tanto en lo pedagógico, como en lo laboral y
social.
A menudo, cuando se habla de jornada
escolar y sobre todo con algunas asociaciones
de padres y madres sale indefectiblemente el
tema del calendario escolar, en un intento por
demostrar que los niños y niñas “tienen pocos
días de clase, como para recortarles más la jornada
lectiva”. Ante todo habrá que dejar claro
que modelos de jornada continua no reducen
en nada la carga lectiva.
Adjuntamos una tabla comparativa de
horarios escolares en Europa. La novedad de
los datos que se reflejan en esta tabla, quizá
radica en que dadas las diferencias de organización
del horario en los distintos países, se utiliza
el parámetro de horas lectivas anuales (descontados
los recreos que en España son lectivos
pero que no son contados en ningún país).
Según estos datos España está en la media de
horas lectivas anuales, ni somos quienes más
horas tenemos, ni quienes menos. El tema de
las vacaciones largas o no, nos vienen, por
tanto, determinadas, sin ser muchas veces de
gusto del personal docente, por motivos de
tipo climático y cultural- religioso.
De entre estos países tienen jornada continua
Alemania, Dinamarca e Italia, sin duda
reconocidos como desarrollados. En estos tres
países la impor tancia de las actividades de
tiempo libre, desarrolladas por la escuela, por
los municipios y en el marco del vivo asociacionismo
presente en sus sociedades, tiene en
general un fuerte protagonismo. En realidad, la
escuela no termina con las primeras horas de la
tarde, sino que se prolonga. En Italia están en el
empeño de implantar la jornada de “tempo
pieno” (tiempo completo) para la enseñanza
elemental.
Grecia tiene una jornada única (como ocurre
también en algunos centros portugueses)
de mañana o de tarde debido a la rotación de
alumnado en los centros, ya que faltan centros
escolares.
En cuanto a Luxemburgo se mantienen dos
días a la semana con jornada sólo de mañana y
en Francia un día a la semana (miércoles) también
de jornada de mañana.
Por otra parte podemos constatar diferencias
entre el calendario del alumnado europeo
Extraído de Las Cifras Clave de la educación en la Unión Europea editado por la Oficina
de Publicaciones Oficiales de las Comunidades Europeas, 1997.
20
Jornada escolar y Calendario
Jornada continuada y ciudad educativa
El interés permanente de toda Administración
parece ser el de reducir el debate sobre
jornada continuada a la mera confrontación
entre la posibilidad de jornada partida, léase,
clases mañana y tarde, y la de jornada continuada,
léase aquí, clases únicamente por la
mañana. Se trata de una simplificación alentada
por la Administración, aceptada por padres
y madres y, todo hay que decirlo, coincidente
con el pensar y el sentir de buena parte del
profesorado; no obstante, caer en ella supone
un error de bulto para todas aquellas personas
interesadas en una transformación en profundidad
del sistema educativo.
¿Por qué error de bulto? Parte de un planteamiento
teórico inexacto. Nadie cuestiona
la función social que la tarde tiene para la
comunidad, así como cada día es más extendida
la certeza según la cual una mayor y mejor
ofer ta educativa correlaciona directamente
con un mayor horario a disposición del alumnado.
Pero además supone desperdiciar una
oportunidad impor tante para debatir el
modelo educativo de nuestra sociedad limitándose
unos colectivos a una mera reivindicación
corporativa, otros a un enfoque economicista
estrecho y otros a un encastillamiento
en el miedo a romper con la costumbre.
Una vez en funcionamiento la reforma
educativa real (no la teórica) ha quedado en
absoluta evidencia que no ha supuesto una
modificación cualitativa del modelo escolar
vigente hasta entonces. El modelo continúa
siendo el mismo y, a lo sumo, se le ha aplicado
algunas mejoras y adaptaciones. Sin embargo,
las demandas que la sociedad impone a la
escuela no paran de aumentar. Frente a estas
demandas las respuestas hasta ahora han sido
teóricas y parciales, recordemos la promesa
electoral socialista de aper tura casi ininterrumpida
de los centros, o la de algún sindicato
de nuevas figuras docentes.
¿Se da respuesta a estos retos desde la jornada
continuada? Es evidente que sin más ni
entre los 7 años y los 10 años. La comparación
de ambos datos en los distintos países nos
muestran que en la mayoría de ellos existe un
incremento de horas conforme se van haciendo
mayores los chicos y chicas. De esta forma Dinamarca,
Alemania, Grecia, Irlanda, Austria, Finlandia
Noruega... diseñan calendarios anuales de
alrededor de las 600 horas para sus estudiantes
de hasta los siete años de edad; unas 200 horas
menos que para la edad de 10 años . Esta distribución
del tiempo hace que en la realidad el
alumnado español más joven esté a la cabeza de
horas lectivas recibidas en el entorno europeo.
En España nuestras queridas Administraciones
harían que esta organización, que a primera
vista puede parecer más racional, para el niño y
la niña fuera impensable: ¿distintos horarios del
alumnado? ¡imposible!. Para quienes hablan de
racionalidad del calendario, decir, que hasta los
10 años de edad , España ocuparía el 8º lugar
en cuanto a horas lectivas se refiere a muy poca
distancia de los que le preceden.
Cuando hablamos de calendarios en el
entorno Europeo no estaría mal apor tar un
dato, para no perderlo de vista sobre el calendario
del profesorado. Según datos de la
OCDE la media de horas trabajadas con el
alumnado se sitúa en 646 horas anuales. El profesorado
español trabaja 900 horas y ocupa el
cuar to lugar detrás de Suiza, EEUU y Países
Bajos y a gran distancia de los que le suceden,
donde el profesorado trabaja 660 horas en
Francia y 576 horas en Suecia. De entre los
cuatro países en los que el profesorado permanece
más horas con el alumnado, España es el
país que menos cobra con diferencia.
En nuestra mano está, por tanto, ir camino
de sistemas educativos más integrales educativamente
hablando y más parecidos a los de
Alemania, Italia o Dinamarca o estancarnos en
posiciones reaccionarias, para las que en defensa
de nuestro actual sistema de tiempos escolares
no se necesita más argumentos. En nuestra
mano está pedir más gasto en educación (el de
España si que es de los más bajos de la Unión
Europea), caminar hacia jornadas escolares y
laborales más flexibles y hacia un modelo de
educación integral que utilice todos los recursos
que la sociedad tiene. Al cuestionarnos el
actual sistema de horarios escolares es probable
que afloren todas las carencias educativas, y
quizá también forcemos a su solución.
Ascensión Nieto Roldán
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